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Mi camino no es recto. Es un círculo, un montón de ellos. Todos con un mismo centro, como los anillos del tronco de un árbol. Siempre parto de una imagen que reclama el interés, para así poder construir un claro camino que me lleve hasta el sentido de la obra. En mis entrañas luchan ya dos mundos. El nuevo, mi ser; y el viejo, la mundana fantasía. Solo controlando lo irracional, alimentándolo para que me proteja, para que sustente mis ideas y recuerdos, subsistiré a lo racional. Dejar que lo irracional sea la brújula que me oriente hasta lo racional, y así, poder empezar a pensar y a ver las ideas. A conocerme, a verme a mi. A ver mi mundo. 

 

 

 

Un mundo lleno de paisajes; clasificaciones de los mismos. Puede resultar un problema, pero mi alrededor no es solo el bosque o el mar. Mi interior no vale si no lo llena alguien. No estoy de acuerdo con la búsqueda de la soledad. Tanto idolatrar el amor como instrumento artístico para luego quedarte solo. Mi realidad es sentir el amor, lo bueno de él. Si no hay amor, no hay realidad donde quedarse y aunque regresemos a la civilización, siempre necesitaremos más. Un breve exilio no será suficientemente placentero. Cada uno debe buscar su bosque, desde donde volver a partir lejos, bajo la piel. Inspiración para construir más paisajes donde refugiarse.

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